Esta biblioteca digital alberga el libro sobre Oncología y Oncocirugía Ortopédica.

Incluye clases académicas, conferencias impartidas en congresos nacionales e internacionales, trabajos publicados, discusiones de casos, procedimientos quirúrgicos realizados y técnicas propias desarrolladas.

Se eligió el formato digital porque la web permite la inclusión de textos con numerosos recursos visuales, como imágenes y videos, que no serían posibles en un libro impreso.

El contenido está destinado a estudiantes, profesionales de la salud y al público en general interesado en el área.

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Osteoblastoma

Osteoblastoma

Osteoblastoma

Tratamiento y diferenciación de las lesiones óseas.

El osteoblastoma es una neoplasia ósea poco común, caracterizada radiológicamente por áreas de rarefacción ósea, con focos de osificación más densos. Este tumor tiene dos formas clínicas distintas: el osteoblastoma genuino, que es más común y se localiza generalmente en el pedículo de la columna o, con menos frecuencia, en las metáfisis de los huesos largos; y el osteoblastoma agresivo, también conocido como “maligno”.

Ocurriendo principalmente en la primera y segunda décadas de la vida, el cuadro clínico del osteoblastoma está marcado por un dolor intenso, que puede provocar fracturas y déficits funcionales y neurológicos, especialmente cuando se produce en la columna, pudiendo incluso provocar escoliosis antálgica en algunos casos. .

El diagnóstico diferencial del osteoblastoma incluye otras lesiones óseas como el osteoma osteoide, el quiste óseo aneurismático y el osteosarcoma, y ​​una evaluación cuidadosa es esencial para determinar el curso terapéutico más adecuado.

El tratamiento del osteoblastoma generalmente implica la resección en bloque de la lesión, con injerto óseo cuando sea necesario. En regiones como la columna vertebral, donde la resección en bloque puede ser un desafío, se realiza un legrado juicioso. Además, se ha utilizado cada vez más el uso de adyuvantes locales, como el fenol y la electrotermia, para minimizar el riesgo de recurrencia.

En definitiva, el osteoblastoma es una patología que demanda atención especializada y un abordaje terapéutico multidisciplinar para garantizar el mejor resultado clínico y evitar futuras complicaciones. El conocimiento detallado sobre esta condición es fundamental para un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento eficaz, buscando siempre la calidad de vida y el bienestar del paciente. Comprender los matices diagnósticos y las opciones terapéuticas disponibles es fundamental para el tratamiento exitoso de esta afección. Por tanto, es fundamental que los profesionales sanitarios se mantengan actualizados sobre los últimos avances en el campo del diagnóstico y tratamiento del osteoblastoma.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Metástases Ósseas

Metástasis óseas

Metástasis óseas

Las metástasis óseas aparecen como una de las complicaciones más comunes en los pacientes con cáncer, representando un importante problema médico. Esto se debe en parte a la capacidad del hueso para actuar como filtro para las células tumorales circulantes. Al igual que el pulmón y el hígado, el tejido esquelético tiene el potencial de albergar células metastásicas, especialmente debido a su circulación sinusoidal más lenta.

Con el avance de los métodos de diagnóstico y tratamiento del cáncer, hemos visto un aumento en la supervivencia de los pacientes. Sin embargo, esto también significa que más individuos acaban desarrollando metástasis óseas, siendo tumores como el de mama, próstata, pulmón, riñón y tiroides los principales responsables de estas diseminaciones al esqueleto.

Las manifestaciones clínicas de las metástasis óseas suelen implicar dolor y, en algunos casos, pueden provocar fracturas patológicas, comprometiendo significativamente la calidad de vida del paciente. En estas situaciones, la intervención quirúrgica ortopédica se vuelve fundamental para aliviar el dolor, restaurar la función y evitar complicaciones graves.

Los sitios más comunes para estas lesiones incluyen el fémur, el húmero, las vértebras, la pelvis, la escápula y la tibia. El abordaje terapéutico generalmente implica cirugías de resección y reconstrucción, utilizando técnicas como la osteosíntesis con cemento o implantes endoprótesis. En algunos casos, la radioterapia puede utilizarse como medida paliativa para aliviar el dolor en pacientes que no son candidatos a cirugía.

En el contexto del mieloma múltiple, uno de los tumores óseos primarios más frecuentes, el tratamiento suele consistir en quimioterapia y, en determinados casos, radioterapia. Sin embargo, cuando las lesiones óseas se vuelven importantes o presentan riesgo de fractura, el abordaje quirúrgico ortopédico sigue los mismos principios adoptados para las metástasis óseas de otros tipos de cáncer.

En resumen, el manejo de las metástasis óseas requiere un enfoque multidisciplinario, que involucre a oncólogos, cirujanos ortopédicos y oncólogos radioterapeutas, con el objetivo de aliviar el dolor, preservar la función y mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados por esta complicación del cáncer.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Granuloma Eosinófilo

Granuloma eosinofílico

Granuloma eosinofílico

Historia y evolución del entendimiento:

La historia del Granuloma Eosinofílico se remonta al año 1938, cuando Schaerer diagnosticó una lesión en el cráneo de un niño, inicialmente considerada como mieloma eosinofílico u osteomielitis eosinofílica. Posteriormente fue descrita como una nueva entidad clínica por Otani y Ehrlich en 1940, denominada Granuloma Solitario de Hueso. Farber y Green, en 1942, identificaron su posible relación con la enfermedad de Hand-Schuller-Christian y la enfermedad de Letter-Siwe. En 1944, Jaffe y Lichtenstein introdujeron el término Granuloma Eosinofílico de Hueso, consolidando su asociación con formas sistémicas de la enfermedad, actualmente denominada Histiocitosis de Células de Langerhans.

Introducción y epidemiología:

El granuloma eosinofílico de hueso, que es la forma más común de histiocitosis de células de Langerhans, representa entre el 60% y el 80% de los casos. A pesar de ser una lesión ósea benigna poco frecuente, se presenta principalmente en niños y adolescentes, con predominio del sexo masculino. La mayoría de los casos se presentan en personas menores de 21 años, siendo el grupo de edad más afectado el comprendido entre los cinco y los 15 años. La afectación axial del esqueleto es predominante, afectándose una variedad de huesos, como el cráneo, la pelvis, las costillas y las vértebras, siendo la columna responsable de alrededor del 10% de los casos en niños.

Manifestaciones clínicas y diagnóstico:

El síntoma más común del Granuloma Eosinofílico es el dolor localizado, muchas veces confundido con otras causas de dolor de cabeza cuando afecta al cráneo. Otras formas de histiocitosis de células de Langerhans pueden presentar síntomas sistémicos, como fiebre y diabetes insípida. El diagnóstico se realiza con base en pruebas de imagen, que revelan una lesión de rarefacción ósea con erosión cortical, además de cambios de laboratorio, como aumento de VSG y PCR.

Tratamiento y pronóstico:

El tratamiento del granuloma eosinofílico varía según la extensión de la enfermedad. En casos aislados, puede ser eficaz una actitud expectante o una biopsia percutánea seguida de una infusión intralesional de corticosteroides. La resolución espontánea es posible, especialmente en niños, debido al potencial de remodelación ósea. En casos más extensos o con lesiones múltiples puede estar indicado tratamiento sistémico con corticoides y vinblastina. El pronóstico es generalmente bueno, con una tasa de resolución favorable en el 97% de los casos de lesiones solitarias.

 

Conclusión :

El granuloma eosinofílico de hueso, como forma más común de histiocitosis de células de Langerhans, representa un desafío diagnóstico y terapéutico. Sin embargo, con un enfoque multidisciplinario y opciones terapéuticas adecuadas, la mayoría de los pacientes pueden tener un resultado favorable. Una comprensión profunda de esta entidad clínica es esencial para un tratamiento eficaz y un pronóstico optimista.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Fraturas Patológicas em Crianças

Fracturas patológicas en niños

Fracturas patológicas en niños

La terminología frecuentemente utilizada “fractura patológica” puede dar lugar a una interpretación inadecuada, ya que no es patológica la fractura en sí, sino el hueso, el cual puede presentar diversos cambios estructurales, metabólicos, displásicos, entre otros. Por lo tanto, es más apropiado discutir las fracturas que ocurren en niños con cambios óseos preexistentes.

La amplitud de este tema requiere una delimitación de los temas a tratar. No se abordarán aquí las fracturas en niños resultantes de procesos infecciosos o trastornos metabólicos, como el raquitismo y la osteopsatirosis. Nos centraremos en las fracturas por estrés, el diagnóstico diferencial y las fracturas resultantes de lesiones óseas tumorales o pseudotumorales preexistentes.

Entre las lesiones tumorales benignas más frecuentes en la infancia que pueden derivar en fracturas destacan el osteoblastoma y el condroblastoma. El osteoblastoma, localizado en la metáfisis de huesos largos, inicialmente corticales excéntricos, es localmente agresivo, provocando microfracturas por erosión del hueso cortical. La destrucción progresiva de la corteza puede provocar fracturas completas, facilitando la diseminación local y complicando el tratamiento oncológico. El condroblastoma afecta la región epifisaria de los huesos largos en crecimiento y puede provocar artralgia y deformidad.

El tratamiento de estas lesiones benignas es quirúrgico, preferentemente realizado lo antes posible para evitar la progresión de la destrucción ósea local. La resección segmentaria es la mejor indicación para evitar recurrencias locales. Sin embargo, la localización articular del condroblastoma requiere un abordaje quirúrgico específico, seguido de adyuvantes locales y, cuando sea necesario, injerto óseo.

Las neoplasias óseas malignas más frecuentes en la infancia, como el osteosarcoma y el sarcoma de Ewing, requieren un diagnóstico precoz y un tratamiento inmediato. En los casos de fracturas al momento del diagnóstico, el control oncológico local puede requerir cirugías ablativas, como la giroplastia de Van-Ness, que altera la función articular y requiere apoyo psicológico para el paciente.

Además de las neoplasias malignas, las fracturas en los niños pueden estar asociadas con lesiones pseudotumorales, como quistes óseos simples, quistes óseos aneurismáticos, displasia fibrosa y granuloma eosinofílico. El tratamiento varía según la lesión y puede implicar resección, legrado intralesional y relleno con injerto óseo autólogo.

En resumen, las fracturas en niños asociadas a lesiones óseas tumorales o pseudotumorales preexistentes requieren un abordaje multidisciplinario y un plan de tratamiento individualizado, considerando la localización, extensión y características de la lesión, así como el estado general del paciente. El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado son fundamentales para prevenir complicaciones y garantizar una buena recuperación funcional.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Fratura em Osso Patológico

Fractura Ósea Patológica

Fractura Ósea Patológica

Aspectos Clínicos, Diagnóstico y Clasificación

En nuestra experiencia dedicada al estudio y tratamiento de pacientes con enfermedades óseas, nos hemos topado repetidamente con casos de fracturas que, a su vez, ocultaban condiciones patológicas subyacentes no diagnosticadas previamente. La designación simplificada de “fractura patológica” puede resultar inapropiada, ya que toda fractura es, de hecho, un proceso patológico. En este sentido, resulta más adecuado utilizar la terminología “fractura ósea patológica”, que suele asociarse a neoplasias, ya sean primarias o metastásicas.

Los procesos patológicos que pueden culminar en fracturas son variados y van desde displasias óseas hasta trastornos circulatorios, pasando por cambios degenerativos, inflamatorios, infecciosos o neoplásicos. Para un diagnóstico preciso es fundamental considerar los aspectos clínicos del paciente, el mecanismo de fractura, los resultados de los exámenes de imagen, las pruebas de laboratorio y los hallazgos anatomopatológicos.

Las fracturas óseas que enmascaran condiciones patológicas subyacentes pueden dar lugar a intervenciones ortopédicas inadecuadas, lo que destaca la importancia de un enfoque diagnóstico meticuloso.

Clasificaremos de forma didáctica, dentro de los cinco capítulos de Patología General, las diversas alteraciones óseas subyacentes:

  1. Displasias óseas: estos cambios abarcan trastornos congénitos o hereditarios que afectan la morfología ósea, lo que puede resultar en deformidades y/o fracturas. Destacamos, entre otras, la osteogénesis imperfecta, la osteopetrosis y la displasia fibrosa, cada una con sus características clínicas y radiológicas distintas.
  2. Cambios metabólicos: el equilibrio entre los procesos de formación y resorción ósea es fundamental para mantener la estructura ósea. Trastornos como la osteoporosis, la osteomalacia y el hiperparatiroidismo pueden provocar una disminución de la densidad ósea, aumentando el riesgo de fracturas.
  3. Enfermedades Degenerativas: Incluyen afecciones como la histiocitosis de células de Langerhans y la lipidosis, que pueden comprometer la estructura e integridad de los huesos, predisponiendo a la aparición de fracturas.
  4. Trastornos circulatorios: la enfermedad de Paget es un ejemplo significativo, caracterizada por una remodelación ósea anormal debido a trastornos circulatorios intraóseos, que pueden resultar en fracturas espontáneas o debido a un traumatismo leve.
  5. Discrasias sanguíneas: en casos raros, los trastornos sanguíneos como la leucemia o la anemia hemolítica pueden provocar infartos óseos extensos, aumentando el riesgo de fracturas en huesos patológicos.

En resumen, comprender la relación entre las fracturas y las condiciones patológicas subyacentes es crucial para garantizar un enfoque terapéutico adecuado y minimizar las complicaciones. Un diagnóstico preciso y una clasificación adecuada de las afecciones subyacentes son fundamentales para guiar el tratamiento y mejorar los resultados clínicos de los pacientes.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Fibroma Condromixóide

Fibroma condromixoide

Fibroma condromixoide

Características, Diagnóstico y Tratamiento

El fibroma condromixoide es una lesión ósea que requiere atención por su agresividad local y peculiaridades histológicas. Esta afección tiene una serie de características distintas que son importantes para un diagnóstico y tratamiento adecuados.

El fibroma condromixoide se caracteriza por una zona de rarefacción ósea, generalmente situada de forma excéntrica en las metáfisis de los huesos largos. Una de sus características llamativas es la presencia de un halo interno de esclerosis ósea, que delimita la lesión del hueso normal. Además, es frecuente observar erosión del hueso cortical, lo que contribuye a la agresividad local de la lesión.

Desde el punto de vista histológico, el fibroma condromixoide presenta pleomorfismo celular, con áreas de condroide, tejido fibroso y abundante material mixoide. A menudo también se pueden observar células gigantes multinucleadas, lo que añade complejidad al diagnóstico. Cabe mencionar que esta lesión puede ocurrir asociada a quistes óseos aneurismáticos, lo que puede influir en las opciones de tratamiento y el pronóstico.

En términos de incidencia, el fibroma condromixoide tiende a presentarse con mayor frecuencia en la metáfisis proximal de la tibia, afectando principalmente a adolescentes y adultos jóvenes. Esta distribución específica puede ser útil en el diagnóstico diferencial con otras lesiones óseas.

El tratamiento del fibroma condromixoide es principalmente quirúrgico. Generalmente se realiza resección parietal parcial de la lesión, acompañada de adyuvantes locales, como fenol, electrotermia o nitrógeno líquido, e injerto óseo, cuando esté indicado, además de rellenar la cavidad con cemento ortopédico o sustitutos óseos. En casos más avanzados, puede ser necesaria la resección segmentaria. El legrado también se puede utilizar en las regiones articulares, pero debe realizarse con cuidado para evitar recurrencias.

En resumen, el fibroma condromixoide es una lesión ósea poco común, pero que requiere atención debido a su agresividad local y potencial de recurrencia. El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado son fundamentales para asegurar una buena evolución clínica y prevenir complicaciones a largo plazo.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Diagnóstico de Tumores Ósseos

Diagnóstico de tumores óseos

Diagnóstico de tumores óseos

Guía de evaluación y procedimientos.

Introducción:

Cuando se sospecha una neoplasia ósea, es fundamental realizar un análisis exhaustivo, mediante un abordaje multidisciplinario que incluya evaluación clínica, pruebas de laboratorio, métodos de imagen y examen anatomopatológico. Este proceso es fundamental para un diagnóstico certero, que guiará el abordaje terapéutico adecuado para cada caso.

Parámetros de análisis:

Se deben considerar varios aspectos durante el análisis de la lesión ósea, incluyendo la identificación del hueso comprometido, el número de lesiones, la ubicación específica en el hueso y los límites de la lesión. Además, características como la naturaleza de la lesión (osteolítica u osteogénica), la presencia de calcificaciones y el tipo de reacción perióstica son fundamentales para el diagnóstico diferencial.

Métodos de diagnóstico:

Existen diferentes métodos de estudio para el examen patológico, entre ellos la citología, la biopsia por punción, la biopsia incisional y la biopsia por sección congelada, la biopsia guiada por ultrasonido o la tomografía. Cada método tiene sus indicaciones específicas y es importante seleccionar el más adecuado para cada caso, teniendo en cuenta la localización y naturaleza de la lesión.

Estudio microscópico:

Los fragmentos obtenidos mediante biopsia deben analizarse microscópicamente, utilizando tinciones especiales y técnicas inmunohistoquímicas, cuando sea necesario. Estos análisis permiten la identificación precisa del tipo de neoplasia y su origen, orientando el tratamiento adecuado.

Piezas quirúrgicas:

El análisis de las muestras quirúrgicas es esencial para evaluar la extensión de la neoplasia, la respuesta al tratamiento preoperatorio y la necesidad de márgenes quirúrgicos adecuados. Procedimientos como calificar la respuesta a la quimioterapia son fundamentales para determinar el pronóstico y el plan terapéutico posterior.

En resumen, el diagnóstico de tumores óseos requiere un enfoque integral que incluya una evaluación cuidadosa de los datos clínicos, métodos de imagen y análisis patológico. Sólo a través de un análisis detallado e integrado es posible obtener un diagnóstico certero y orientar el tratamiento adecuado para cada paciente.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Condroma

Condroma

Condroma

El condroma es un tumor benigno que se desarrolla a partir de células cartilaginosas, siendo los huesos cortos de las manos y los pies sus principales lugares de aparición. Generalmente puede presentarse como una lesión solitaria o, en algunos casos, afectar a múltiples huesos, caracterizándose lo que se conoce como encondromatosis.

La encondromatosis unilateral, a su vez, es una forma de discondroplasia que se denomina enfermedad de Ollier. El síndrome de Maffucci se caracteriza por la presencia de múltiples encondromas asociados a hemangiomas.

Aunque el condroma tiene predilección por los huesos cortos, ocasionalmente se puede encontrar en huesos largos, como el fémur distal, el húmero proximal y la tibia. En estas localizaciones es importante hacer un diagnóstico diferencial con otras patologías, como el infarto óseo, que generalmente es asintomático y puede identificarse mediante hallazgos radiológicos, y el condrosarcoma central grado I, que es sintomático, evoluciona lentamente en el tiempo y provoca lesiones corticales. erosión dentro del hueso, haciéndose cada vez más grande. 

Diferenciar histológicamente entre condroma y condrosarcoma grado I puede ser un desafío, y es preferible un enfoque de observación clínica y radiográfica para determinar el manejo adecuado, ya que el condrosarcoma grado I es de evolución lenta, lo que permite la observación en períodos cortos de tiempo, de tres a seis meses, realizar exámenes de imagen. Si se producen cambios, con empeoramiento de las imágenes, la lesión debe considerarse como condrosarcoma grado I y tratarse como tal. El diagnóstico histológico de esta neoplasia es controvertido. 

Radiográficamente, el condroma se caracteriza por una lesión rara, ocasionalmente con focos de calcificación, que puede provocar deformidades óseas.

El tratamiento del condroma asintomático, descubierto por casualidad, sólo puede ser la observación, ya que generalmente no evoluciona y se comporta como una cicatriz, siendo sólo un hallazgo de la exploración. El legrado de un “condroma”, que en realidad era un condrosarcoma de grado I, puede provocar la diseminación del tumor, dificultando la correcta realización de una cirugía de resección con margen oncológico.

Cuando el condroma afecta la superficie externa de los huesos se denomina condroma yuxtacortical y suele requerir tratamiento quirúrgico mediante resección parietal parcial.

El condroma es un tumor cartilaginoso benigno, generalmente inofensivo, pero requiere seguimiento y, en algunos casos, si progresa, con aumento de la lesión, es necesaria la intervención quirúrgica, con resección del tumor con margen oncológico, para garantizar el mejor resultado para el paciente, evitando recurrencias.

Se debe realizar un seguimiento clínico del paciente asintomático con imágenes a los 3 meses, 6 meses y posteriormente cada año para un diagnóstico precoz y tratamiento adecuado a tiempo de un posible condrosarcoma grado I, permitiendo tratar de forma adecuada y en buen estado esta lesión. tiempo. 

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

Condroblastoma

Condroblastoma

Condroblastoma

El condroblastoma es una neoplasia benigna rara que representa aproximadamente el 1,8% de todos los tumores óseos. Este tipo de tumor prefiere las epífisis de los huesos largos y generalmente se manifiesta como una lesión de rarefacción ósea, con focos de calcificación. Es más común en pacientes masculinos y ocurre típicamente durante la primera y segunda décadas de la vida, cuando la placa de crecimiento aún está abierta.

Descrito por primera vez por Codman en 1931, el condroblastoma se asoció inicialmente con el “tumor de células gigantes calcificado” del húmero proximal. Sin embargo, estudios posteriores demostraron que se trataba de una entidad tumoral distinta del tumor gigantocelular (TCG).

Debido a su localización intraarticular, el condroblastoma puede presentar síntomas similares a la artritis. Además, puede demostrar agresividad local, provocando erosión del hueso cortical, placa de crecimiento e invasión de las articulaciones. A menudo, las áreas de quistes óseos aneurismáticos pueden estar asociadas con manifestaciones radiográficas de agresividad local.

El tratamiento del condroblastoma generalmente implica legrado intralesional seguido de adyuvantes locales, como fenol, electrotermia o nitrógeno líquido, además de la colocación de un injerto óseo autólogo o cemento de polimetacrilato de metilo. En casos más avanzados, puede ser necesaria la resección segmentaria seguida de reconstrucción con prótesis o artrodesis en casos recurrentes o muy avanzados.

El pronóstico del condroblastoma puede ser malo debido al riesgo de recurrencia local y posibles complicaciones ortopédicas, incluida la degeneración de las articulaciones y el retraso del crecimiento.

Aunque raramente, el condroblastoma puede dar lugar a metástasis pulmonares con una histología similar a la de un tumor benigno, sin presentar atipia. El tratamiento para estas metástasis puede ser la monitorización clínica y por imágenes y, si la observación indica progreso, puede ser necesaria la escisión quirúrgica.

En resumen, el condroblastoma es una neoplasia ósea benigna que, aunque rara, requiere atención cuidadosa debido a su potencial de agresividad local y posibles complicaciones a largo plazo. El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado son esenciales para garantizar el mejor pronóstico posible para los pacientes afectados.

ver el caso de Condroblastoma de Fémur . 

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

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Tumor de Células gigantes

Tumor de Células Gigantes

Tumor de células gigantes.

El tumor gigantocelular es una neoplasia de naturaleza mesenquimal, caracterizada por la proliferación de células gigantes multinucleadas –gigantecitos– que se asemejan a los osteoclastos, en medio de un estroma de células mononucleadas.

Debido a este aspecto histológico presente en varios otros procesos, el tumor gigantocelular podría confundirse, requiriendo muchas veces el análisis del aspecto clínico y radiológico para confirmar su diagnóstico.

El tumor de células gigantes también se conoce con las siglas TGC, con los nombres de tumor de células gigantes y osteoclastoma.

La principal manifestación es el dolor local intermitente, acompañado o no de aumento de volumen en la región afectada y limitación del movimiento en la articulación vecina. La duración de la historia, en promedio de 6 a 12 meses, varía de un caso a otro y depende del hueso afectado.

Algunos pacientes buscan tratamiento por dolor, otros por la percepción del tumor o de una fractura patológica. No es raro hacer referencia a un traumatismo más o menos intenso como inicio de la historia clínica.

Como el tumor suele ser epifisario, es frecuente la afectación clínica de la articulación vecina, con impotencia funcional progresiva.

Puede producirse derrame articular y síntomas clínicos que simulan procesos meniscales o artríticos.

En los tumores localizados en la columna y el sacro, además del dolor y el aumento de volumen, pueden presentarse manifestaciones neurológicas. El volumen es a veces enorme, predominando sobre los demás síntomas.

El tumor gigantocelular afecta generalmente a un solo hueso. Cuando existen lesiones en varios huesos se debe comprobar la posibilidad de que se trate de un “tumor marrón de hiperparatiroidismo”, cuyas lesiones tienen aspectos radiológicos similares, pero son múltiples y el paciente presenta alteraciones en el calcio y el fósforo.

El TCG se conoce clásicamente como un tumor de la epífisis de los huesos largos, más frecuente en la región de la rodilla, es decir, en la epífisis distal del fémur y epífisis proximal de la tibia y, luego, en orden de frecuencia, en la región proximal. del húmero y región distal del radio. Es raro en el esqueleto axial y cuando ocurre predomina en el sacro.

Ocurre en la tercera y cuarta década, afectando a ambos sexos por igual.

Radiológicamente se describe como una lesión epifisaria caracterizada por rarefacción ósea, inicialmente excéntrica, respetando inicialmente los límites corticales. A medida que avanza, puede producirse rotura cortical y afectación articular (fig. 27).

Histológicamente, las células gigantes y el estroma son los elementos más importantes de este tumor. Se caracteriza por tener numerosas células gigantes que se asemejan a los osteoclastos en un estroma de células fusiformes.

Los principales diagnósticos diferenciales clínicos, radiológicos y anatomopatológicos son el quiste óseo aneurismático, el osteosarcoma teleangectásico y el condroblastoma.

         El tratamiento del tumor de células gigantes está actualmente bien establecido. Siempre que sea posible se debe optar por la resección segmentaria de la lesión, con margen de seguridad oncológica tanto en hueso como en tejidos blandos. De esta forma el cirujano brindará la mayor oportunidad de curación, sin riesgo de recurrencia.

         Sin embargo, en regiones donde la resección segmentaria no es factible, como la columna cervical por ejemplo, se debe realizar el legrado endocavitario más sensato posible y complementarlo con terapia adyuvante como el láser de CO 2 , el fenol diluido en alcohol al 4%, el nitrógeno líquido y la electrotermia. El metilmetacrilato tiene un efecto adyuvante bajo y, cuando se utiliza para rellenar la cavidad, debe ir precedido de una de las terapias mencionadas.

         En el pasado, el curetaje tenía altas tasas de recurrencia debido a la falta de grandes aberturas para una limpieza eficaz y la falta de uso de adyuvantes locales. Hoy en día, cuando está indicado el legrado endocavitario, se recomienda crear una ventana ósea grande para permitir al cirujano una visión amplia de la cavidad. Complementamos también este curetaje con el uso de un bisturí eléctrico (electrotermia).

         Esta técnica electrotérmica es muy efectiva porque con la punta curva del bisturí podemos llegar a zonas de más difícil acceso. Este bisturí, además de cauterizar, también realiza un complemento al legrado, ya que aquellas células tumorales, que quedan en las pequeñas “cavidades” de la pared ósea, se destruyen y se desprenden, permitiendo su eliminación más fácil.

         Complementamos nuestro curetaje, tras utilizar electrotermia, con el fresado de la cavidad. Para ello utilizamos el  Lentodril , con una fresa dental esférica.

         En la región de la rodilla (extremo distal del fémur y extremo proximal de la tibia), el sitio de mayor incidencia de CGT, recomendamos frecuentemente legrado endocavitario, seguido de electrotermia y fresado con  Lentodril . Esto se debe a que la resección segmentaria de esta región implicaría artrodesis o sustitución por endoprótesis o injertos homólogos. La artrodesis de la articulación de la rodilla supone la mayor limitación para el paciente y debe evitarse. Los recambios en pacientes jóvenes pueden acarrear problemas en un futuro próximo y su indicación debe ser prudente.

         Por ello, recomendamos en primer lugar la terapia más conservadora: – legrado seguido de terapia adyuvante en esta región, excepto en casos avanzados, con destrucción importante de la estructura ósea, en los que puede verse comprometido tanto la función como el control local de la enfermedad.

         Queda un breve comentario sobre el llenado de la cavidad tratada. Esto se puede realizar con injerto óseo autólogo o heterólogo o con metacrilato de metilo, cada uno de ellos tiene sus ventajas y desventajas.

         El metacrilato de metilo permite visualizar fácilmente posibles recurrencias, es fácil de usar y permite una carga más temprana, sin embargo no es una solución biológica y pueden ocurrir fracturas en la región.

El injerto óseo es una solución biológica y definitiva, sin embargo dificulta visualizar una posible recidiva temprana, que puede confundirse con reabsorción/integración del injerto y aún requiere seis meses en promedio para su carga completa. El injerto homólogo tiene un período de integración más largo, no siempre está disponible, pero por otro lado acorta el tiempo quirúrgico. El injerto autólogo tiene la ventaja de una biocompatibilidad y una integración más rápida, pero prolonga el tiempo quirúrgico. 

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

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