Esta biblioteca digital alberga el libro sobre Oncología y Oncocirugía Ortopédica.

Incluye clases académicas, conferencias impartidas en congresos nacionales e internacionales, trabajos publicados, discusiones de casos, procedimientos quirúrgicos realizados y técnicas propias desarrolladas.

Se eligió el formato digital porque la web permite la inclusión de textos con numerosos recursos visuales, como imágenes y videos, que no serían posibles en un libro impreso.

El contenido está destinado a estudiantes, profesionales de la salud y al público en general interesado en el área.

Reconstrucciones óseas biológicas parte III

Reconstrucciones óseas biológicas parte III

Figura 1: La osteofibrodisplasia es una lesión agresiva que erosiona lenta y progresivamente la tibia y se extiende tanto proximal como distalmente, deformando y destruyendo el hueso. Su tratamiento requiere la extirpación oncológica del segmento afectado, procedimiento que debe realizarse lo antes posible para contener la progresión de la lesión y preservar la función de la extremidad.
Figura 2: Para la resección y reconstrucción de este segmento es necesario un abordaje amplio que permita tanto la cirugía con un margen adecuado como la reconstrucción biológica mediante la tibialización del peroné a través de la membrana interósea. Esta técnica objetiva permite la extirpación completa de la vía de biopsia, las partes blandas, el periostio y el segmento afectado, asegurando osteotomías bien alejadas del tumor. También proporciona un lecho muscular sano para la transposición del peroné, que puede realizarse eficazmente a través del tabique anatómico representado por la membrana interósea. Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com
Figura 3: Tras diseccionar los extremos del peroné proximal y distalmente, estamos preparados para encajar los segmentos distal y proximal dentro del canal medular de la tibia. Esto nos permite obtener una reconstrucción con hueso vivo, que es esencial para reconstruir este segmento de la tibia. Los dos extremos ya han sido encajados, con el músculo tibial anterior cubriendo el peroné trasladado, garantizando la estabilidad y la integración en el nuevo lecho óseo.
Figura 4: Radiografía postoperatoria inmediata de esta tibialización a través de la membrana interósea, que muestra la consolidación proximal y distal. El paciente lleva puesta la órtesis de protección, modelada específicamente para su caso, e inicia la carga parcial, que favorece el fortalecimiento progresivo del peroné.

Vídeo 1: Colocamos una suela de goma en la órtesis para mejorar el apoyo durante el entrenamiento de la marcha, proporcionando mayor comodidad y estabilidad al paciente.

Figura 5: Obsérvese cómo ese peroné estrecho, transferido por la membrana interósea, se transforma gradualmente en una nueva tibia gruesa. Esta adaptación proporciona al paciente una recuperación funcional mediante una solución biológica, autóloga y definitiva.
Figura 6: Niño de un año con una deformidad antecurvatum de la tibia y una úlcera en el talón. ¿La causa? Impresionantemente, ¡la compresión de una férula de yeso corta! Este enfoque inadecuado pretendía contener una deformidad diafisaria inmovilizando únicamente el tobillo, una conducta errónea y sin ninguna indicación en el tratamiento de esta lesión agresiva, que es la osteofibrodisplasia
Figura 7: ¡Este comportamiento es inexplicable! Paciente con osteofibrodisplasia que presenta una deformidad diafisaria y está sometido a una inmovilización inadecuada con una férula corta.
Figura 8: Expliqué a los padres el tratamiento necesario. Sin embargo, viajaron al extranjero para consultar a otros profesionales del ramo y sólo volvieron al cabo de dos años, aceptando nuestro planteamiento. En esta ocasión, el niño ya tenía 3 años y presentaba un aumento significativo de la lesión, con empeoramiento de la deformidad, por lo que fue necesario extirpar aproximadamente la mitad de la diáfisis tibial.
Figura 9: En la exploración, hemos marcado la planificación de las osteotomías tibial y fibular para la resección de la lesión y la reconstrucción con el peroné. Utilizamos la resonancia magnética para medir la distancia entre las interlíneas articulares y las osteotomías proximal y distal del segmento tibial que se iba a extirpar. Comprobamos que, distalmente, el peroné tenía un canal medular muy estrecho, lo que hacía imposible pasar un alambre intramedular para estabilizar el conjunto.
Figura 10: Para esta cirugía, confeccionamos también una órtesis de polipropileno, recubierta de E.V.A., para ser utilizada en el postoperatorio. Realizamos un acceso comenzando lateralmente en la cabeza del peroné, descendiendo anterior y distalmente hasta la interlínea del tobillo y desviándonos lateralmente, lo que facilitó la exposición del peroné.
Figura 11: Tibialización a través de la membrana interósea con una fina aguja de Kirschner. En primer lugar, identificamos la articulación de la rodilla para medir y marcar el nivel de la osteotomía proximal. A continuación, repetimos el procedimiento para el marcado distal, tomando como referencia la articulación del tobillo.
Figura 12: Protegemos la región posterior y realizamos la osteotomía proximal. A continuación repetimos el procedimiento para la osteotomía distal, asegurando la precisión en el abordaje quirúrgico.
Figura 12: Resecamos el segmento afectado y expusimos el peroné proximal y distalmente. A continuación, identificamos la membrana interósea y seccionamos el peroné, procediendo a su acuñamiento inicial en la región proximal. Tras esta fijación, realizamos la osteotomía distal del peroné, completando el proceso con la ferulización final, acompañada de ligera flexión y tracción para optimizar el posicionamiento.
Figura 13: Como el peroné era demasiado delgado para soportar un tornillo y su canal medular demasiado estrecho para que pasara un alambre intramedular, optamos por estabilizar la reconstrucción con una regla tibial homóloga. Esta regla se fijó como placa de apoyo para garantizar la estabilidad durante la manipulación con vendajes, además de proporcionar protección dentro de la órtesis.
Figura 14: Una vez finalizada la cirugía, observamos un buen aspecto en el postoperatorio inmediato. La radiografía muestra la reconstrucción realizada, junto con la pieza resecada. Además, analizamos la sección y la histología de la lesión de osteofibrodisplasia, lo que permitió una valoración detallada del abordaje y de los resultados obtenidos.
Figura 15: Una semana después de la intervención, visitamos al niño en su domicilio, donde observamos una buena progresión en el proceso de recuperación.
Figura 16: Radiografía de control tomada seis semanas después de la reconstrucción, que muestra un buen aspecto clínico de la herida quirúrgica.
Figura 17: Los niños se recuperan rápida y eficazmente

Vídeo 2: Con sólo seis semanas, ya puede andar con la ayuda de sus padres.

Vídeo 3: La semana siguiente, en la séptima semana, fue capaz de caminar sola, mostrando un buen comportamiento.

Figura 18: Después de cuatro meses, observamos una buena integración del injerto y un aspecto clínico excelente.

Vídeo 4: Caminando libremente, con ligera claudicación, ahora empieza a caminar sin la órtesis.

Figura 19: Al séptimo mes de la intervención ya se aprecia una integración ósea total.

Vídeo 5: Podemos ver al niño feliz, jugando y caminando muy bien, mostrando buen equilibrio y soltura.

Figura 20: Niño con un año y un mes de postoperatorio, que muestra una buena integración del injerto y un engrosamiento del peroné trasplantado. Camina bien, sin signos de cojera, mostrando una excelente evolución.

Vídeo 6: Con un equilibrio perfecto y gran aplomo, sigue haciendo un encanto de caminar de puntillas.

Figura 21: La tibialización de la diáfisis del peroné mediante esta técnica es rápida y fácil de realizar. Su indicación no se limita al tratamiento de lesiones tumorales, sino que también puede utilizarse en grandes defectos óseos causados por traumatismos ortopédicos. Los niños se recuperan rápidamente y el injerto autólogo vascularizado se integra con facilidad. Es una solución definitiva cuya eficacia puede evaluarse 10 años después de la intervención.

Autor: Profr. Dr. Pedro Péricles Ribeiro Baptista

 Oncocirugía Ortopédica en el Instituto Oncológico Dr. Arnaldo Vieira de Carvalho

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